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das Mystische 2.1

ESTOY EN PUERTO MARTE

Mañana de domingo, soleada, después de la batalla. Dos apuntes breves para medir el pulso de las manos, la fuerza vital de la escritura. La historia de Matilde Horne, o de Matilde Zagalsky, la traductora de El señor de los anillos, de Solaris o Los libros de Terramar, que ahora malvive, olvidada, en un asilo de ancianos de Ibiza. ¿El problema de Matilde? Como ella misma reconoce: nunca tuvo idea del valor del dinero. Y luego están las palabras, el hechizo prodigioso de las palabras. “Ahora escribo con la mente”, comenta Matilde en una esquina extraviada de la entrevista. Aunque luego –puntualiza- no quiere acordarse más de Tolkien. Necesita volver a casa –apunta Matilde-, no a la casa de las palabras.

Después de los regalos, de todos los regalos, recibo un último regalo. Las Crónicas del Ángel Gris de Alejandro Dolina. Me lo trae hasta aquí mi amigo Fernando, Fernando Flores, desde Córdoba, Argentina. En El reparto de sueños en el barrio de Flores brillan con luz propia, racional y científica, los Refutadores de Leyendas. “Se trata –nos cuenta Alejandro- de individuos terribles. Pasan la vida haciéndose contar viejas historias y mitos para luego demostrar su falsedad”. Y yo, aquí, en este mismo momento, le entrego a Fernando un ejemplar gastado de El bucle melancólico de Jon Juaristi, y la barra del Hard Rock se nos llena entonces de viejas historias y mitos absorbentes, de viejos poemas y estúpida melancolía. Hace una mañana soleada, luminosa y cálida, y seguimos acompañados por los miembros de la secta de los Refutadores de Leyendas. “Los Refutadores de Leyendas –concluye Alejandro Dolina- no se limitan a demostrar que el mundo es razonable y científico, sino que también lo desean así”.

¿Razonable y científico?, me pregunto. ¿Lógico, razonable y científico? Y aquí hablamos de Carlos Alonso Palate y de Diego Armando Estacio con palabras que usamos para no decir apenas nada, para no permanecer callados, para acabar con las palabras vacías. Aquí, en el calor de la teoría, las cosas son razonables y científicas; lógicas, razonables y científicas. Pero los asesinos de Carlos y de Diego no pertenecen a la secta de los Refutadores de Leyendas.

Escribe Charles Sanders Peirce en The Doctrine of Changes, parágrafo 2.654: “La comunidad… debe extenderse, aunque sea vagamente, más allá de su época geológica, más allá de su propio límite. Aquel que no sacrificaría su propia alma para salvar al mundo entero es, según me parece, ilógico en el conjunto de todas sus inferencias. La lógica radica en el principio social”.

Resumiendo: mañana de domingo soleada que acaba con humedad cerrada y niebla.

Por lo demás, estoy en Puerto Marte.

Sin Hilda.

3 comentarios

Enrique -

Feliz vuelta al trabajo, Otis, y sí, doblamos de nuevo el calendario y espero que lo hagamos (y lo compartamos) muchas veces.

Daniel, es un placer verte por aquí. Espero que este año que ahora inicia lo permita en muchas ocasiones.

Un abrazo, amigos.

Daniel Basteiro -

Feliz 2007, sigue siendo un placer leerte.

Otis B. Driftwood -

Pues ten cuidado, que al último que estuvo en Puertomarte casi le montan un lío familiar... :-)
(divertidísimo ese cuento, por cierto).

Feliz Año, amigo. Doblamos el calendario de nuevo, ¿eh?